Mientras el estrés agudo es una respuesta puntual y adaptativa, el estrés crónico se instala sin aviso y puede afectar el sueño, la libido, la salud cardiovascular y hasta la función urinaria.

El estrés es una reacción natural del cuerpo ante situaciones desafiantes. Sin embargo, no todos los tipos de estrés son iguales ni tienen las mismas consecuencias para la salud.

El estrés agudo es una respuesta inmediata a un evento específico, como un examen o una discusión. Este tipo de estrés puede ser beneficioso, ya que prepara al cuerpo para enfrentar desafíos.

En cambio, el estrés crónico se mantiene en el tiempo y puede tener efectos perjudiciales en el organismo. El Dr. Jamin Brahmbhatt, urólogo y cirujano robótico, compartió su experiencia personal al respecto. Tras años de enfrentar las exigencias del quirófano, comenzó a notar alteraciones en su sueño, aumento de peso, fatiga diurna y problemas en su vida sexual .

Estos síntomas se deben a la liberación constante de cortisol, la hormona del estrés, que en niveles elevados puede interferir con el sueño profundo, reducir la producción de hormonas sexuales y afectar funciones corporales como la digestión y la inmunidad.

Además, el estrés crónico puede manifestarse en síntomas menos evidentes, como una necesidad urgente e incontrolable de orinar en situaciones de presión, debido a la sensibilidad de los nervios que controlan la vejiga a la sobrecarga emocional.

Es fundamental reconocer las señales del estrés crónico y buscar estrategias para manejarlo, como técnicas de relajación, ejercicio regular y, en algunos casos, apoyo profesional. Identificar y abordar el estrés a tiempo puede prevenir consecuencias más graves para la salud.

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