Pasamos muchas horas frente a pantallas: computadora, celular, televisión. Aunque muchas veces es necesario, también es saludable desconectar de forma regular para cuidar la mente y el cuerpo.

Una buena forma de empezar es agendar momentos del día sin dispositivos. Por ejemplo, media hora antes de dormir, durante las comidas o al comienzo del día. Eso le da un descanso a tus ojos y a tu mente.

Aprovechá ese tiempo para hacer cosas que disfrutes sin tecnología: leer un libro, cocinar, caminar, pintar o simplemente estar en silencio. No tiene que ser productivo, solo placentero.

También podés aprovechar para conectar con otras personas cara a cara. Las conversaciones en persona tienen un impacto emocional más fuerte que los mensajes de texto.

Reducir el uso de pantallas no significa aburrirse. Es una oportunidad para reconectar con vos mismo y con el presente. Con pequeños cambios, podés recuperar tiempo y energía.

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