Luego de más de dos años de caída continua, la inversión extranjera directa (IED) mostró una leve mejora en el tercer trimestre de 2025. Según datos del Banco Central, el ingreso neto de capitales productivos alcanzó los USD 1.480 millones, lo que representa un incremento del 12% respecto al mismo período del año anterior. Aunque los números aún están lejos de los niveles prepandemia, la tendencia es vista por los analistas como un primer signo de estabilización.

Los sectores que concentraron la mayor parte de las inversiones fueron energía, minería y economía del conocimiento. En particular, el desarrollo de Vaca Muerta continúa siendo un atractivo para las empresas internacionales: durante el trimestre se anunciaron nuevos proyectos de explotación y transporte de gas natural por un total de USD 850 millones. A su vez, compañías tecnológicas europeas incrementaron su participación en el país, aprovechando costos laborales competitivos y talento calificado.

El Ministerio de Economía destacó que esta incipiente mejora responde a un marco de mayor previsibilidad en materia cambiaria y a la eliminación de algunas trabas burocráticas. Sin embargo, consultoras privadas advierten que las decisiones de inversión aún son cautelosas y dependen de la consolidación del equilibrio fiscal y la reducción de la inflación. La estabilidad macroeconómica, sostienen, sigue siendo la condición principal para atraer flujos sostenidos de capital.

En paralelo, el empleo industrial registró un leve crecimiento del 0,8% en agosto, según el Observatorio de Empleo y Dinámica Empresarial. Las ramas metalmecánica y de maquinaria pesada fueron las más dinámicas, impulsadas por la demanda energética y la recomposición de la obra pública. No obstante, las pequeñas y medianas empresas manufactureras mantienen dificultades para acceder a financiamiento y reponer capital de trabajo.

A nivel regional, la CEPAL ubicó a la Argentina como el sexto país latinoamericano en recepción de IED durante 2025, detrás de Brasil, México, Chile, Colombia y Perú. El organismo destacó que, pese a la volatilidad local, el país cuenta con un potencial relevante en sectores estratégicos de transición energética, como el litio y el hidrógeno verde, lo que podría favorecer nuevos acuerdos bilaterales en los próximos años.

Las expectativas para 2026 son prudentes. Los analistas prevén que la inversión extranjera podría crecer entre 8% y 10% si se mantiene la estabilidad cambiaria y se avanza en la modernización del marco regulatorio. El principal desafío será consolidar la confianza inversora en un contexto global incierto, marcado por la desaceleración de China y las tensiones geopolíticas que afectan los flujos comerciales.

En conclusión, la recuperación de la inversión extranjera en Argentina parece incipiente pero tangible. Si el país logra sostener reglas claras, disciplina fiscal y previsibilidad cambiaria, podría transformar este repunte en un ciclo de crecimiento más sostenido. El desafío, como señalan los especialistas, es no perder nuevamente la oportunidad de capitalizar su potencial productivo en un contexto de competencia global por atraer capitales.

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